Miro hacia atrás y me veo con una cámara de fotos. Mi primera cámara de verdad me la regalaron para mi primera comunión, era una Nikon compacta y todas las fotos que hice con ella las revelaba en Fotoprix, en los años 90 fue una gran cadena de tiendas especializada en fotografía, siempre hacían ofertas e incluso era económico poder revelar un carrete de 36, a veces, si tenias suerte te salían hasta 38 fotos. Hoy en día con la web y los fotolibros se han reinventado.
Siempre me ha llamado mucho la atención poder capturar un momento, un lugar, un sentimiento,…y luego ver el resultado reflejado en papel. Poder recuperar un recuerdo y poderlo tocar, eso es lo que para mí hace irresistible la fotografía.
En 2001 me apunté a un curso de fotografía analógica que realizaban en el Centro Cívico Sant Ildefonso (Cornellá), justo al lado del mercado. Para empezar el curso, recuperé la cámara de mi padre, una “Mamiya” muy antigua pero que a mí me parecía preciosa, ahora sería toda una vintage!!
Hice varias pruebas y revelé algún que otro carrete, pero los resultados no eran muy buenos y la profesora me aconsejo que me comprara una. Por fin iba a tener mi primera réflex, una Nikon F70, que me la pude comprar gracias a que ya estaba trabajando, porque en aquel entonces me costó 70.000 de las antiguas pesetas. El curso fue increíble! Marcó una etapa muy bonita de mi vida, y conocí a personas con las que todavía mantengo relación. Pero por otro lado, también me incrementó miedos y frustraciones. Mis fotos nunca son suficientemente buenas, y siempre necesito de la aprobación de los demás, mi nivel de exigencia hacia la perfección es demasiado elevado y entonces me rindo muy pronto. Esto me llevó a abandonar, después de 3 cursos, uno de iniciación y dos de avanzado.
La fotografía requiere tiempo, conocimientos, imaginación, paciencia, voluntad y práctica, mucha práctica. A este cóctel le añades un buen equipo, y….”gualá” ya tienes una buena foto. Pero yo soy perezosa y me doy por vencida demasiado pronto. Ahora han pasado casi 10 años, y sigo soñando en hacer fotos que me gusten y de las que me sienta orgullosa. Pero soñar no es suficiente, para que algo se cumpla hay que luchar, sacrificar, caer y volver a levantarse.
Hace un año encontré la manera de obligarme a hacer fotos, mi chico montó un grupo de percusión (Soundbarri
https://www.facebook.com/soundbarri.percussio?fref=ts) y junto a ellos empecé a practicar nuevamente mi afición, les hago fotos y voy actualizando su facebook, es una manera de mantener vivo al grupo en las redes sociales, y eso me gusta. De todos modos sigue siendo un reto, porque no encuentro lo que realmente quiero retratar, sé que fotografiar a las personas me da un poco de pudor, parece como si las estuviera desnudando y nunca me he sentido demasiado cómoda, así que está siendo todo un reto.
Este último año he podido ampliar un poquito mis conocimientos de photoshop, me apunté a un curso gratuito de iniciación que ofrecían en el barrio y también participé en uno de los eventos organizados por “Nits d’Insomnia”, un taller de fotografía nocturna. Lo impartía Luisa Silva, la profesora que había tenido en los cursos de fotografía analógica, me hizo mucha ilusión volverla a ver. El gusanillo de seguir aprendiendo se me despertó y desde entonces siempre hemos estado en contacto, enviándome información sobre cursos o talleres.
Por fin ha sido posible, el pasado mes de septiembre recibí un correo para preguntarme si estaría interesada en empezar un curso de fotografía réflex digital de 20h a 21:30h, dos días a la semana, mi respuesta fue afirmativa y supongo que la de más gente porque enseguida avisaron en el facebook de “Espai Fotografic Sant Ildefons” que nos podíamos apuntar al nuevo curso. Pasé la información súper rápido a Estefi, una de mis compis de foto, que por los pelos se pudo apuntar.
El próximo 8 de octubre empiezo el curso…